✍️ Dante Bobadilla
Artículo del Periódico Digital LA SELVA
“RESPETADA OPINIÓN”
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Una constante en la prensa internacional es contrastar el desastre de la política peruana con su economía. Siempre se habla de la inestabilidad política al mismo tiempo que se admiran de su estabilidad económica. Sin embargo no se lo explican. No se dan cuenta en dónde radica el milagro. Ni siquiera cuando entrevistan a un opinólogo peruano este sabe explicarlo. Solo se limitan al cliché de la independencia del Banco Central. Pero esa no es la explicación ni es lo fundamental.
El Banco Central no podría defender la estabilidad de la moneda peruana si no tuviera el nivel de reservas que tiene, que ya pasan de un tercio de nuestro PBI. Eso le permitió mantener la estabilidad del sol cuando el triunfo de Pedro Castillo provocó la estampida súbita de unos $20,000 millones de dólares al extranjero. Todo el truco del BCR es su cantidad de dólares disponibles para manejar el mercado cambiario. Y eso evita especuladores externos que podrían intervenir y alterar nuestro equilibrio bancario.
¿Pero de dónde provienen todas esas reservas que le permiten al BCR hacer su magia? De los impuestos que pagan las empresas privadas, principalmente las grandes mineras que llegaron al Perú tras las reformas liberales de los 90, y que permitieron que el Perú empezara a cosechar dólares a inicios de los 2000, cuando el valor de los commodities subió a niveles extravagantes. Ese boom de exportación y recaudación fue atribuido a las bondades de los gobiernos de Toledo y Alan García, pero en realidad fueron resultado de las reformas de los 90 y la llegtada de esas grandes mega inversiones mineras como Pierina, Antamina, Yanacocha, etc.
Pero más allá de eso, la reforma fundamental que permitió el despegue de la economía peruana fueron las reformas en la Constitución del 93 que cambió el rol del Estado en la economía, haciendo que su papel fuera secundario o complementario, con lo cual se trasladó a la empresa privada el rol de ser el gestor principal de la economía, dejando de lado al Estado, lo que significa, alejar a los politiqueros de las decisiones económicas.
Se estableció el libre mercado de la oferta y demanda, quitando al Estado como el gran regulador de los precios. Así dejamos de ver a los ministros de Economía dando mensajes patéticos para anunciar los precios que regirían la canasta familiar a partir del día siguiente. ¿Recuerdan cuando veíamos en la TV los nuevos precios de las gasolinas, la leche, el pan, el aceite, el azúcar, etc? Eso se acabó con las reformas de los 90. Ni los políticos ni los burócratas volvieron a fijar los precios. Todo lo rige el libre mercado.
En síntesis, la única virtud que tiene la economía del Perú es que sacamos al Estado (los políticos y la burocracia corrupta) del rol central para entregárselo al libre mercado y la empresa privada. Aun así, todo lo que aun tiene el Estado en sus manos siguen siendo un desatre total, desde Petroperú y las diferentes empresas de saneamiento, hasta Essalud capurada por el Estado desde tiempos de Velasco y que nadie se atreve a devoler al sector privado.
Aun queda mucho por hacer pero nadie se atreve a seguir con las reformas exitosas. Antes peor, en los últmos tiempos los políticos han logrado desatarse las manos para intervenir en la economía con el cuento de la protección al consumidor y al medio ambiente, y además han estado incrementando el gasto público irresponsablemente. Todo eso está pendiente de cambiar pero no hay quien presente esas iniciativas. El BCR no lo es todo, como lo quieren vender.
Fuente: Facebook de autor – Dante Bobadilla