El bendito SIAF y un Estado que no puede pagar a tiempo.

✍️ Econ. Rany Francisco Rodríguez Reátegui

Artículo del Periódico Digital LA SELVA
“RUMBOS”
❇️❇️❇️❇️❇️❇️❇️❇️❇️❇️❇️❇️❇️❇️❇️❇️❇️❇️

En el Perú, el Sistema Integrado de Administración Financiera (SIAF) es, en teoría, el corazón digital que permite que la maquinaria del Estado funcione. Por allí circula casi el 20% del PBI, es decir el presupuesto público anual, transformado en pagos, transferencias, obras públicas, medicinas, contratos y servicios esenciales que incluye la planilla y/o contraprestaciones de los colaboradores públicos. Pero el sistema que debería sostener esa magnitud de responsabilidad parece más un sobreviviente de otra época que una plataforma del siglo XXI.

Diseñado desde las postrimerías del siglo pasado y en los primeros años del 2000, el SIAF se ha convertido en un símbolo de la modernización inconclusa del Estado peruano. Sus procesos —Certificación, Compromiso, Devengado, Girado y Pagado— avanzan con la lentitud de un mecanismo exhausto. No es raro que se caiga, que colapse bajo la carga, que se bloquee. Y mientras algunos funcionarios excepcionales logran operar con agilidad casi artesanal, la mayoría enfrenta una herramienta rígida, frágil y desconectada de las exigencias contemporáneas.

La situación se vuelve más absurda cuando se observa su calendario. El SIAF “descansa”: no funciona los fines de semana, trabaja a medio ritmo los viernes por la tarde y en los feriados largos simplemente baja la cortina. Es decir, un Sistema de Información que toma vacaciones y que en estas fiestas de fin de año no hará una excepción. Así pues, un trámite que quedó en devengado un viernes puede convertirse en un pago pausado que reaparece días después, cuando el sistema decide volver a despertar. La economía pública queda, literalmente, parada por horarios.

Mientras tanto, los proveedores viven en otro universo. Ellos trabajan con días calendario, entregan bienes y servicios bajo plazos estrictos y dependen de flujos de caja reales para sostener operaciones, planillas y compromisos financieros. Para ellos no existe la excusa “el sistema estuvo caído”. Y cuando el Estado posterga pagos sin aviso por fallas técnicas, genera un efecto corrosivo: desalienta a los mejores proveedores, espanta profesionalismo y castiga competitividad. El mensaje implícito es simple: quien trabaja con el Estado debe estar dispuesto a financiarlo.

En un mundo donde los países modernizan sus plataformas financieras para operar 24/7, con resiliencia, redundancia y velocidad, el Perú no puede seguir sosteniendo un sistema que decide cuándo trabajar y cuándo no. Un sistema financiero no es una oficina municipal: es infraestructura crítica. Su falla no retrasa trámites; retrasa políticas públicas. Su lentitud no solo incomoda; afecta salud, educación, seguridad, obras, inversiones y confianza.

Modernizar el SIAF no es una actualización tecnológica: es un acto de responsabilidad nacional. Un Estado que no puede pagar a tiempo no puede exigir excelencia, no puede atraer talento ni puede garantizar servicios de calidad. El futuro digital no espera. La pregunta es si el Estado peruano permitirá que su plataforma más crítica siga anclada al pasado mientras el país intenta avanzar, en medio de soluciones como la Inteligencia Artificial (IA) y de gestión de procesos por mejora continua. La respuesta la tiene la aplicación de la palabra “Prioridad” y esa palabra recae en el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF).